jueves, 28 de marzo de 2013

¡Fuego a las Flores!



Garabatos en las paredes, señales de tránsito dibujadas con tizas de colores, -¡Alto! Reduzca la velocidad, Respete al peatón-. No hay idea de cómo detener esta rueda de pensamientos, de recuerdos. Caminantes que empujan este tren, incansables, saciados del regocijo en aguas de realidad no compartida. Con vista a mi vida, al horizonte sin anocheceres, con algunos soles que siguen titiritando:

El dulce sonido de tu cuerpo al hacer nada.
Yo haciéndolo todo.
Los parques llenos de gente, mis manos también.
Mis cigarros que siguen apagándose, tu mirada que ya no se ve.
Los amaneceres que nunca vimos, y que diario nos esperan.
Tu falta de seriedad, y esa tontería mía que solo la hace estallar.
El orgullo de tu silencio, los versos de mi cuaderno.
Mi amor de fantasía, y el infinito que juega.
Música de adviento, las mismas promesas que derrapan en tu cabeza.
Dolores en la azotea, tus deseos sobre mis sienes.
Rock, caminatas, vicios. Hordas donde estuvimos.
Aviones sin tomar, tus decisiones que respetar.
Celos de los ojos y oídos. Tu nombre balbuceado.
El viejo de la esquina con sus elotes para asar. Yo y mis pantalones rotos. 
Tu belleza, tu fulgor. Mi debilidad inmediata.
Mentiras encarnadas y el fuego que se acaba.
¿Por qué así, cuando sigo con mi flama?
Televisión a la basura. Tu impertinencia callada.
Mi ombligo oscuro, en la profundidad de tus adentros.
Descorazonado, para las lecciones del patán.
El libro Sin Terminar. Tus hojas sin escribir.
Esperando un niño. Sola esperanzada. Sólo fortuito.
Rosas, margaritas, claveles. 1 alcatraz y 2 tulipanes. Mi fogata floral.
El tabaco termina de quemarse. Tu amor igual.
Constante mi insistencia. El único lazo inalámbrico sin atender. 
Muerte de canciones, y el jugo sabe mejor.
Recuerdo de tu cara, listo. El de tu conjunto de vestido negro y sonrisa, también. Tu calor, no.
Café por la mañana, coca por la tarde. Ella, vino por la noche. Las ensaladas en su panza.
No es algo perdido, sigo respirando.


Es curioso como las falacias del amor, hacen reventar las ideas rebuscadas del sentimiento. E inyectar las palabras más románticas a un corazón anémico, resulta letal cuando la sinceridad de lo dicho está en duda. Quizá solo seas el dolor infligido para compensar el provocado. Tal vez solo, me encuentres después.


.

No hay comentarios: